esbozo: luz

Te Libro de Todo Mal


Me paseaba por la habitación mientras tu seguías desnuda en la cama.
Encendí el televisor y allí dentro retransmitían exactamente lo mismo que estaba pasando fuera.
Movía mi mano y la mano -más pequeña y fracturada- se movía dentro de la pantalla,
lo mismo si mi cuerpo se inclinaba hacia ti o si recogía las cortinas.
Era impúdico observarme así.
Nos movíamos como en una especie de sueño dentro de otro sueño,
como en una calle ajustada por poleas
o deslizándonos en esos rincones
que agunos edificios sostienen:
latencias de objetos insospechados.
Llenaba un vaso de la mesita y me sentaba a tu lado.
El movimiento pendular del pulgar sobre tu pelo
me podría llevar años. No tengas miedo.
La persiana era un muro antiguo
que un dios maligno había mordido
y la luz entraba
en pequeñas lenguas de fuego
que nos herían la piel.
En cada historia que me pedías
el pacto era llevar
tres de de mis dedos dentro de ti
moverlos mientras hablaba
y anotar las palabras en las que tu cuerpo estallaba
y mojaba la mano. Y así con la mano
empapada
anotar un rastro en tu espalda y
lanzar la boca
en ese suburbio triste
que dejan ciertos cuerpos
después de haber alcanzado la luz.