Historias verdaderas

Te Libro de Todo Mal


Para todo hay una historia verdadera. También la hay para ella.

La Reina Carmesí vive en un castillo al suroeste de su reino. El Rey Carmesí vive en otro, al noreste. En los terrenos de la Reina crecen los Bosques de las Ciencias rodeados por los Prados de las Artes. Ese es el único lugar en el que se pueden encontrar ovejas ojirrubinas, una especie criada por una tribu autóctona de gran prestigio en el reino, los pastores reflejo. Los pastores se ocupan del trasquilado de las ojirrubinas cuando éstas cumplen tres años de edad. Esa lana virgen viaja directamente al castillo de la Reina, donde cientos de hilanderas trabajan una semana cada tres meses para convertirla en ovillos y ovillos que se van almacenando en las torres. Esa lana es especial, nunca es del mismo color, nunca de la misma suavidad. A veces rojiza o con reflejos dorados, a veces ruda y blanquecina. Todo depende de ella, de la Reina Carmesí. Ella es la única que utiliza la lana que hilan las hilanderas, que traen los pastores reflejo, que trasquilan de las ovejas ojirrubinas, que se crían en los Prados de las Artes. La Reina Carmesí se sienta en el suelo de su castillo sin amueblar, elige un ovillo y comienza. Con esa lana, la Reina es capaz de tejer finales de cuento para todas las historias. Y además, disfruta haciéndolo.

– ¿Qué te pasa, Gen? Hoy estás como ausente.
– Nada. No te preocupes demasiado, que te vas a saltar otro semáforo.
– Perdóname por preocuparme, es la costumbre. Venga va, suelta ya qué es lo que te ocurre.
– Tan sólo pensaba en un invento... una idea, un sistema, como quieras llamarlo...
– Sigue.
– Pensaba en la manera de convertir historias verdaderas en cuentos con magia. La manera de que siempre haya un final de cuento, una interpretación de érase una vez, o una moraleja o un misterio o una promesa.
– No entiendo. ¿Convertirlos en la realidad o sólo en tu mente?
– ¿Acaso no es lo mismo?
– No.
– Sí.
– ... Pareces salida de una comedia romántica.
– Anda, no me hables.

Gen.