Revisando contratos, amigo mío

Te Libro de Todo Mal


Hay cosas de dos, amigo mío, y cosas de uno. Ser cómplices es cosa de dos. Ya sabes, un guiño suspendido en el aire no sirve de nada.

En una noche de esa luz rosa que entra por la ventana, cuando desnudos firmábamos lo de ser cómplices, tu pensabas que sólo hablábamos de un muro en mi parte del contrato. Despuás de horas abriendo puertas ante un alma con forma de cuadernos de viaje, de árboles de colores, parecía no ser tan complicado. Todo va con calma, seguro que te decías, todo está bajo control.

¿Verdad que entonces ni siquiera sospechaste que una parte laboriosa iba a venir por tu lado?

Ahora yo sola reviso contratos, me pregunto qué fue lo que no quedó tan claro. Tú olvidaste lo de las cosas de dos, amigo mío, te quedaste agazapado en un callejón del que ni siquiera me advertiste. Mientras tanto yo reviso contratos.

Pero bueno, ¿y qué más da si falló? ¿No nos enseñamos hace poco que lo previsible nunca se prevé?

Al fin y al cabo, dentro de tantos años de empapar la almohada cada ciertos meses, este poco más es tan sólo un poco más.

Gen.