Mareando la Perdiz

Te Libro de Todo Mal


Adelita y Generouse tuvieron un follón, de esos que claman al cielo y son punto de partida de toda conversación durante cierto tiempo. Eso fue hace muchos años, cuando Generouse aún no había vivido demasiado y Adelita era más o menos igual que ahora. Generouse era tecnocientifista y Adelita dedicaba su vida a las artes de la escribiduría. Tenían sus puntos en común, todos lo sabían, pero se podría decir que, entre sí, tan sólo eran muchachas tangentes.

La historia entre ellas tuvo su final cuando Generouse marchó de vuelta a su tierra, cuatro continentes más a la derecha de donde todo ocurrió. Continuando con su trabajo de tecnocientifista, Generouse recorrió nuevas tierras, conoció nuevos personajes, vivió nuevas aventuras y se escribieron cientos de historias sobre ella. Adelita se quedó en su casa y pensó que lo mejor que podía hacer era fundamentar su oficio en la escribiduría exprimiendo hasta el cansancio aquel follón que tan estupendo le pareció.

Por cierto que de aquel follón salió Adelita victoriosa, quedándose para gozo particular al muchacho que ambas se habían sorteado con inexplicable ardor. Sin embargo la pobre Adelita cayó en la desgracia y fue incapaz de saborear su áurea victoria, ya que tuvo la feliz idea de engordar aquel follón con piensos compuestos para ganado caprino, para luego disecarlo y conservarlo tal cual, como un trofeo, en lo más alto de la cabecera de su cama. Pasaron los años y el follón disecado la seguía mirando, fijamente, todas las noches impares. Así fue que Adelita incubó un espantoso insomnio que la dejó traspuesta y medio gilipollas.

Mientras tanto, Generouse corría aventuras viajando por Lilliput, por Ítaca, por la nueva Utopía. De vez en cuando recordaba historias pasadas, las contaba a los nietos de sus amigos y después todos aplaudían y tomaban chocolate caliente con especias.

A veces sucedían cosas curiosas. Adelita metía el follón disecado en su vieja maleta e iba en busca de Generouse. Se lo mostraba, decía "verás, este bicho me mira todas las noches, no me deja dormir", a lo que Generouse contestaba "pero Adelita, mujer, si el bicho está muerto".

"Sí, pero su fantasma me sigue mirando"

A base de fantasmas siguieron pasando los años, hasta que Generouse, a quien le empezó a parecer todo un exceso de fantasmadas, decidió mandar un telegrama a modo de toque de atención. Utilizó Generouse dos lenguajes diferentes, por si acaso, el de los tecnocientifistas y el de los poetas errantes de la escribiduría.

Y el telegrama decía así:

"Deja de joder. STOP
A ver si lo pillas así. STOP
La perdiz se marea, qué tendrá la perdiz?
Los suspiros escapan de su pico de...
STOP"

Gen.