El fin del mantra

Te Libro de Todo Mal


Hace varias semanas decidí reformular mi modus operandi para la vida. Necesito cosas fáciles, me dije, pero claro, sin comprometer la belleza de las cosas, eligiendo solo aquello que pueda ser bueno para mí.

Me impuse un nuevo objetivo: buscar siempre lo bueno, bonito y fácil. Bueno, bonito y fácil. Buenobonitoyfácil, me repetía como un mantra al levantarme cada día y enfrentarme a nuevas decisiones.

Fue bien. Por unos días.

Ahora veo cómo, de nuevo, caigo en la trampa de complicarme la vida. Y es que no lo puedo evitar. Es un agujero negro, lo veo de lejos, me atrae. Qué curioso, pienso, y me acerco. La gravedad aumenta pero apenas me doy cuenta, me acompaña mientras me aproximo. Qué bonito, se traga la luz, mira, ahí hay un planeta que se convierte, despacio, en algo parecido a una cuchara. Se lo traga, y yo sigo pensando que aquello, que es precioso, no puede no ser bueno.

No tardo mucho en llegar al Horizonte de Sucesos. Solo un instante ántes me doy cuenta de lo que está pasando.

¡Ahhh!

Ya está. La cagué. He pasado el punto de no retorno: el agujero me traga y no hay vuelta atrás. Parecía estupendo, todo eso de la luz y la cuchara, cuando aún había salida, y ahora el agujero me traga a mí. Y no, no es fácil.

Un momento, espera. Pero ¿qué estoy diciendo? No es la primera vez que me pasa. Esto lo he sentido muchas más veces. Me tragó el agujero cuando agarré mochila y cambié una Navidad en casa por perderme en el Himalaya. Me tragó cada vez que conocí a las personas más importantes de mi vida. Me traga cada vez que escribo una línea de código más, durante 9 horas cada día. El agujero negro se me traga todas las veces que repaso, una por una, las razones que me hacen sentir que, por fin, vivo en Madrid.

Un momento, espera. Este agujero está lleno de todas las aventuras de mi vida, de todos los amores - sobre todo, los amores -, está lleno de color.

Un momento. El agujero no es oscuro ni infinito, es una fuente de luz. Es lo que me permite dibujar cada día, escribir palabras de esperanza cada dos.

Espera, este lugar que tanto vértigo da es el lugar donde más me gusta estar. Es el lugar que yo elijo.

Quizás es que todavía no me he estirado lo suficiente, pero hoy por hoy puedo decir que, con todas las ganas del mundo, pienso mandar mi mantra a tomar vientos.

Bueno y bonito, sí, claro, pero si no es fácil pues que no lo sea.

Gen.